Arte poética de Bárbara Jacobs
Sólo escribo para dar forma a lo que se me ocurre conservar de la vida.
El primer borrador lo escribo como yo esté, triste o feliz, pero en sucesivas versiones del mismo texto voy mezclando y probando los dos jugos, el de la tristeza con el de la felicidad, hasta lograr la combinación que me sepa mejor. La verdad es que yo sí quiero decir lo que quiero decir.
A quien pretendo complacer antes que a nadie es a mí misma. Además, no me conformaría con gustar a Shakespeare, Cervantes, Malcolm Lowry, Borges, Monterroso, ni a ningún otro genio, sino que aspiraría a encantar igualmente a mi tía y al zapatero de la esquina.
No sólo en alguna ocasión he dado “presión arterial a las comas, rayos ultravioletas a los puntos, mermelada a los paréntesis”. Me pasa lo mismo con el punto y coma, los dos puntos, los puntos suspensivos, los signos de interrogación y de admiración, los corchetes, la llave, el asterisco, las comillas, el guión, la raya, en fin, puntuar para mí propicia el tono, el gesto y hasta la intención de un escrito.
En cuanto a esas frases hechas, que según parece atentan contra el buen uso y buen gusto del idioma, como habida cuenta, sí o sí, en tanto en cuanto, hoja de ruta, de alguna manera, ahora no toca, traspasar la línea roja, etcétera; a mí me entretiene conocer su origen y encontrar equivalentes en otros idiomas o regiones. Pero yo procuro no usarlas, mucho menos si están de moda, como no sea para burlarme.
Lo que vemos en la mente puede ser tan real como lo que vemos con los ojos. A mí así me sucede, tanto esté dormida como despierta.
El lenguaje es una creación del hombre, pero para que sea obra de arte necesita la intervención de una buena pluma. La literatura sin música, sin matemática y sin poesía, ni baila ni cuenta ni canta.
Bárbara Jacobs